...sobre vivir y existir. (21 años)

Hoy cumplo 21 años. Como se suele decir, "es mi cumpleaños".
Tal vez por esta frase habréis deducido que esta especie de celebraciones no son mis favoritas. No es que me disguste que se me preste atención durante un día, que me regalen cosas, o hasta que celebren que estoy vivo.

Simplemente no le concedo a mi cumpleaños más trascendencia de la que tiene.
Sólo soy un día más viejo que ayer, nada más. Ayer a las 11:59 tenía 20 años, y un minuto después tenía 21. La diferencia entre mi ayer y mi hoy era tan solo un minuto.

Del minuto 59 al minuto 0:00 la actitud de mucha gente cambió, y comenzaron a felicitarme, y a alegrarse conmigo de haber llegado a un año más.
Como os dije, no me desagrada, pero tampoco me paso el año esperando esta fecha con ansias. Simplemente ese día 9 de mayo llega, cada año debo pasar por él porque el mes de mayo sigue teniendo un día 9.

Al contrario de lo que estáis pensando, no estoy deprimido. Imaginadme sólo como realmente estoy: escribiendo esto, frente al teclado, con la cara más neutra del mundo y con el ánimo tranquilo.

A veces me acusan en mi casa de ser muy negativo por no alimentar ese ideal de "la vida importa". Yo prefiero ver la realidad como la que es (o a mi me parece que es así): nací porque mi madre se quedó embarazada, y nací yo( y no otro) porque mi madre se quedó embarazada ese día, y no otro. Podría haber salido yo, o podría haber salido una niña un mes después (hasta ese punto me parecen intercambiables los seres humanos).
Después nací, crecí, y bueno... estoy aquí.

Que me digan "me alegro de que hayas nacido" de forma indirecta me parece bien... normal.
Está bien que me aprecien, pero si hubiera nacido una niña y no yo, nadie me hubiera echado en falta en este mundo, porque no se echa de menos lo que no se ha conocido siquiera, y eso es una realidad.

¿Visión fatalista? ni idea. Pero realista lo es desde luego, o al menos yo sigo convencido de ello.
El mundo giraba antes de que llegara yo, y seguirá girando cuando yo no esté. El mundo no me necesita. Ni nadie en realidad. Cuando llegan estas fechas nos gusta hacer fiesta y celebrar un ideal de vínculo afectivo humano, pero lo cierto es que, por mucho que nos demos regalos, ninguno de nosotros necesita al otro realmente. Ni el mundo tampoco nos necesitaba para girar.

Llevo aquí 21 primaveras, como se suele decir: existo? sí. Estoy vivo? eso ya no lo sé, es otro tema.
Creo que la gente debería plantearse la gran diferencia entre vivir y existir (aunque no tiene porque ser hoy cuando se lo planteen; hoy soy yo quien se lo plantea).

Conclusión: está bien celebrar la vida, pero no le demos más bombo del que tiene. No me gusta que me acusen de fatalista cuando solo acepto la realidad con conformidad, a diferencia de la mayoría, que se niegan en verla y la maquillan de trascendencia.

La vida es intrascendente. La mía también. Podemos celebrarla ¡y claro que la vamos a celebrar! aun podemos apreciar el que estemos juntos, sea por la razón que sea.

Pero no voy a creerme imprescindible ni por un día. Ni tan solo este 9 de mayo, que viene a mi por vigésimo primera vez.



-Hola, vida. Aquí estamos otro año. Gracias por llamar.

                                                           ¡ Happy basudei to me!